Un día de cumbre en el Volcan Lanin

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Cuando era chica y me acostaba boca arriba en el pasto a mirar el cielo, entre tantas otras dudas e intrigas sobre el mundo, siempre estaba esa pregunta que nadie sabía responderme.
¿Se puede caminar sobre las nubes?
Después cuando fui creciendo y la imaginación se resistió a abandonarme. La pregunta se transformó, giro 180 grados y dejó de ser mía para ser de otros que me la planteaban entre reproches.
¿Sol vos siempre en las nubes?
Y ahora era yo la que no sabia que responder.
Pero con el tiempo fui aprendiendo, a bajar a la tierra, a flotar por los cielos. A responderles que no siempre en la nubes, pero si a veces. Porque todavía nadie me había contestado y yo aun tenia las esperanzas de algún día finalmente poder caminar.
Era 16 de Marzo del 2013, el sol brillaba con fuerza estaba a los 3776 msnm en la cumbre del volcán Lanín y yo ya no tuve más dudas.

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El volcán se encuentra en la provincia de Neuquén, dentro del parque nacional que lleva su nombre, muy cercano a la ciudad de Junín de Los Andes.
Habíamos llegado hasta Junín en bicicleta en lo que había sido nuestro primer viaje largo desde BsAs a Junin de los Andes con el objetivo de terminar el viaje con el ascenso al volcán Lanín.
Ya teníamos algo de experiencia en montaña pero siempre habían sido ascensos en verano por  zonas de la puna en el norte Argentino y desconocíamos sobre grietas, hielo y nieve. Así que sin pensarlo demasiado preferimos hacer el Lanin con guías del lugar.
El ascenso al volcán se hace en 2 días. En el primero subís hasta el refugio cargado con todo el equipo necesario para pasar la noche y al otro día a la madrugada se completa el tramo final y  más difícil hasta la cumbre.

Primer Etapa:

Nos pasaron a buscar por el camping y salimos en camioneta hasta la base del volcán donde se encuentra la sección Río turbio del P. N Lanin, en ese lugar los guardaparques te registran y te informan si es posible utilizar el refugio del ejército o si va a ser necesario armar carpa.
Desde ese sector se puede ver el Lanin entero, hermoso. Nosotros armábamos las mochilas, controlábamos que todo esté en su lugar y no lográbamos desviar la mirada de esa cumbre, que desde ahí abajo parecía tan lejana e imposible.
Cuando todo estuvo listo comenzamos a caminar por un bosque verdísimo, de esos que el sur Argentino sabe crear a la perfección, disfrutamos de ese sendero, sus olores y humedad durante un rato, hasta que el bosque terminó y dio paso a la piedra volcánica.
La subida era tranquila, el día perfecto. Ni frío, ni calor, ni viento, ni lluvia, simplemente el sol tibio acompañando la marcha. 
Después de caminar por la tan famosa “Espina de pescado” que es como le llaman a una morena de sedimento volcánico, el sendero empieza a subir un poquito. Fue entonces cuando paramos a tomar algo y comer frutas mientras algunos cóndores nos mantenían con el cuello estirado y la mirada hacia arriba.
Y finalmente después de subir un poquito más en total tranquilidad y disfrute, llegamos a los 2315 msnm donde se encuentra el primer refugio, que es donde pasaríamos el resto de la tarde y noche hasta la partida hacia la cumbre al día siguiente. Tan solo llegar hasta ese lugar ya valía la pena, la vista era maravillosa.
Lo que quedó del día lo utilizamos de descanso, lectura y mates desde lo alto, señalando lagunas, cerros e infinidad de puntitos en el paisaje.
Comimos liviano y nos metimos tempranito en las bolsas de dormir , porque a las 3.30 de la madrugada íbamos a tener que estar bien despiertos y llenos de energías.

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Segunda Etapa:

La ansiedad y el entusiasmo nos dejaron dormir poco. A las 3.30 de la madrugada las linternas empezaron a prenderse y los guías nos esperaban en la carpa que hacía de comedor con chocolate calentito para arrancar el día de cumbre.
Las primeras horas de ascenso fueron a ciegas: Caminábamos despacio, en hilera, con  la luz de la linterna iluminando los pasos del compañero de adelante. Alrededor todo era de un negro absoluto, no podíamos descifrar por qué tipo de lugar transitábamos, ni hacia donde estábamos yendo, todo dependía simplemente de aquellos pasos iluminados por la luz de esa linterna.
Más adelante cuando la subida empezó a pesar un poco, lentamente comenzamos a distinguir algunas formas, amanecía y el frío nos obligó a sacar la pluma de las mochilas. Estábamos parados en una pendiente de rocas volcánicas, sacando y poniendo abrigo, ocupados en la temperatura corporal. Hasta que el cuerpo, el frío y cualquier sensación física dejaron de importarnos. Una luz intensa y difusa se abría entre las nubes, había nubes arriba nuestro , pero abajo, también abajo nuestro había nubes y entre medio de ellas todo se llenó de amarillos y naranjas. 

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Gracias. Los ojos brillan intensos y tranquilos, sentís el frío en las manos, la brisa, el silencio. Gracias. Lo susurras mentalmente porque hasta la voz te parece innecesaria. Sos pequeño, tan solo un puntito en lo inmenso conteniendo el aire, inflando el pecho. Y sos todo, tan importante e indispensable como la roca que pisas, como cada una de las cosas que te rodean. Gracias. El mundo te humedece los ojos. Respiras bosques, volcanes y lagunas. Porque amaneció y una luz intensa y difusa se abrió entre la nubes para llenarlo todo.

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La montaña siempre te pide mucho: dolores, esfuerzo, paciencia, humildad. Pero siempre sin lugar a dudas, siempre te da muchísimo más.
Seguimos subiendo rápido. El sol había salido, los pasos ya eran seguros y aquel amanecer nos animaba a continuar incansablemente. Por eso cuando apenas habíamos comenzado a sentir el cansancio ya estábamos a unos cuantos pocos metros de la cumbre.
Luego de terminar de subir una pendiente importante encontramos una loma completamente blanca y supimos que ya casi no faltaba nada. Me di vuelta para esperar a Javi que venia atras mio. El se frenó a mirarme porque estaba más abajo y aun no entendía. Yo le clavé los ojos, le ensanche la sonrisa y comencé a mover la cabeza en un claro gesto de afirmación. Lo entendió, pero igual necesito preguntarlo ¿Cumbre? Sii Cumbre!!!
Corrió hasta donde yo estaba, la felicidad se volvió grito y el abrazo largo, hermoso.
Habíamos pedaleado desde BsAs para llegar hasta la cima de un volcán y la nieve lo cubría todo, pero también las nubes.
Caminábamos maravillados sobre un cielo blanco e infinito. Yo lo sabía pensé, yo siempre lo supe ¿Como no se va a poder caminar sobre la nubes?

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Después de las fotos y la alegría quedó la bajada, que para que no andemos canchereando con eso de subir volcanes sin dificultad, nos demostró que en la montaña nada es gratuito. El descenso fue agotador, la rapidez con la que habíamos logrado subir se transformó en pasos calculados, resbalones en el hielo, rocas cayendo a toda velocidad y una lentitud mental y físicamente agotadoras.
El clima era perfecto, casi no se sentía el frió, pero esa misma situación que al principio nos pareció tan propicia también provocaba la falta de nieve y lo que tendría que haber sido una bajada tranquila y deslizada, se volvió un terreno de rocas sueltas cubiertas por hielo en una pendiente muy pronunciada.
Así que después de algunas caídas sin gravedad y las piernas algo cansadas llegamos hasta el refugio donde nos esperaban con una picada de festejo.
Sin esperar demasiado la digestión cargamos lo que quedaba en las mochilas y terminamos de descender hasta la base donde la camioneta nos llevaría nuevamente al encuentro del camping y nuestras bicis.
Desde ese día cada vez que vemos ese hermoso Volcán en alguna foto, no podemos evitar buscar su cima mientras una sonrisa se escapa entre las mejillas. Porque un 13 de marzo mientras el sol brillaba con fuerza nosotros estuvimos ahí.

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4 Comments


  1. excelente tu descripcion de cada paso a la cumbre!!!maravillosa experiencia, tuve la oportunidad hacer cumbre dos veces y una que llegamos a refugio ,  el mal tiempo con  mucho viento no nos permitio seguir,  mucha pena nos dio saber que no podiamos seguir por algunos amigos que no puedieron llegar. pero esta vida siempre te da oportunidades seguramente pronto haremos cumbre. divinas fotos y felicitaciones ...Sandra 


    • Muchisimas gracias Sandra!!!! Que lindo saber que te gusto el relato. El Lanin es una montaña bellisimas e imagino que cada cumbre debe haber sido muy especial y porsupuesto la vida es una oportunidad en si misma!!! Abrazo grande!!!

  2. Hola Sol! , Recreaste con palabras la subida que hice también en el 2013 (ppio. de enero). Todo muy parecido a lo de Uds. , la subida, las emociones, la cumbre. La diferencia estuvo en que no hubo nubes, ni viento en ninguno de ambos días, cosa que posibilitó que durmiéramos a la intemperie mirando las estrellas. UNA SENSACIÓN INIGUALABLE! Todavía se me pone la piel de gallina al pensarlo. Y el descenso fue en "culopatín" jaja. Pero tu descripción es tal cual. La base del Lanín (del lado del Huechulafquen) es mi segunda casa ya que desde muy chiquito (tengo 60 pirulos...) acampé durante más de 20 veranos, así que siempre el Lanín fue como una catedral inalcanzable... hasta que me permitió que le acariciara la cumbre...
    Hermosos sus relatos, a los que llegué por los pasos fronterizos del Norte, zona a la que estoy empezando a arrimarme...
    Un saludo y ojalá sigan transmitiendo relatos, imágenes, sensaciones y emociones.

    • Hola Sandro! Que lindo todo lo que contas. Y que hermosa sensación ver el Lanin de abajo y saber que estuvimos en esa puntita no? Bellisimo volcán. Cualquier cosa que necesites con respecto a los pasos del norte nos avisas, ahora justo estamos aprovechando la cuarentena para terminar las guías. Un gran gran abrazo!

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