Javi y Sol

Presentacion_NS_251116

Juntos formamos Nacion Salvaje un proyecto que combina viajes, deporte, naturaleza, fotografía y video documental. Una mezcla de todo lo que nos apasiona e inspira.

 Nuestra historia


En el 2014 dejamos nuestro mundo conocido para embarcarnos en un viaje que nos llenaba de miedos e inseguridades, y a partir de entonces todo cambio: ¿Que nos impulsó a tomar esa decision? ¿Cuales eran los miedos e inseguridades que nos paralizaban?

¿Por qué cambiar?

Podría responderlo rápido y sin demasiada explicación: Porque estamos vivos y todo lo que vive inevitablemente genera movimiento, transformación y cambios. Pero también puedo responder de la manera que más disfruto, contando una historia: Si hay algo que me gusta de lo bebés y los niños es su inagotable capacidad de asombro. Abren los ojos grandes, sonríen e intentan asimilar entre disfrute y sorpresa,  aquel nuevo mundo de sabores, sonidos y color. Todos sin excepción en algún momento fuimos ese bebe y ese niño. Nacimos como cualquier ser vivo, animal, planta o insecto en un mundo completamente desconocido, pero a diferencia del resto vinimos con una herramienta distinta, la capacidad de descubrir, para luego poder entender, aprender y crear.
Desde el principio todo fue cambios, lo raro es pensar que no lo sigue siendo. Lo raro o peor aún lo triste, es estar perdido la oportunidad de transformar-nos.

 

Teníamos 30 años y durante toda nuestras vidas habíamos seguido la fórmula con bastante disciplina. Estudios primarios, secundarios y terciarios completos, con la posibilidad de estudiar carreras que nos movilizaban la sangre, en una edad en la que la sangre fluía, rebotaba y bailaba desencajada. Javi fotografía, yo, cine documental.
Nos conocimos justo en esa época, 19 años y a comernos la vida. Desvelados hasta el amanecer en tiempos en el que los sueños se disfrutaban mucho más despiertos y compartidos. Tiempos en los que cualquier cosa podía suceder, cualquier cosa.

Pero despues no tuvimos mejor idea que creernos maduros y quisimos encajar, hacernos cargo de nuestro futuro de la manera más ortodoxa y estúpida posible, nos pusimos “realistas” y serios. Entonces vino el intento por triunfar con todos los pasos a seguir, seguido de aquella sensación de fracaso y desilusión. Vino la  pregunta ¿Quienes somos? tapada por un trabajo mejor y la oportunidad de un buen pasar económico. Vino la angustia. El vacío infinito y profundo en las tripas. Las dudas. El miedo. Vino un grito rotundo, desesperado y necesario. Basta!
Teníamos 30  y algo dentro nuestro ya no podía esperar. Por eso no nos quedó más opción que volver a las charlas hasta el amanecer, a los sueños despiertos y compartidos. E inmediatamente lo supimos. Podiamos tranquilizarnos, ver el lado positivo, poner alguna o varias excusas, resignar y continuar con la misma rutina durante toda nuestra vida hasta morirnos viejitos, con hijos, nietos y la tranquilidad de una vida decente, o, podíamos cambiar.
Para ser sinceros lo dudamos y ante todo nos enojamos, con nosotros, con el universo, nos volvimos locos, nos preguntamos porque. ¿Por qué no podíamos estar tranquilos y satisfechos? ¿ Por qué la necesidad incoherente de buscar algo más?¿ Por qué para nosotros no podía ser suficiente? ¿Por qué aquella continua sensación de estar desperdiciando algo mágico?.
Hoy en dia y despues de algunos años, tal vez podamos de a poco responder a cada una de esas preguntas y agradecerlas. Pero en ese entonces solo representaban un montón de ruido y problemas. Un montón de dudas de las que hacernos cargo.
Éramos un batidora enorme, vieja y oxidada, girando, batiendo, mezclando cosas sin sentido, inundandolo todo de un ruido incomprensible que no permitía escuchar nada más. Hasta que tiramos del cable y paro.
El día que dijimos “vamos a hacerlo”, el mundo, el nuestro, ese en el que vivíamos hacia 30 años se detuvo, no fue por mucho tiempo, solo lo que duraron nuestras miradas cruzándose en un irracional y firme si, solo eso, porque inmediatamente volvió a su habitual movimiento pero en dirección opuesta. Había algo mucho más poderoso que nosotros y todo lo que podíamos llegar a controlar, éramos dos personas cualquiera, en un mundo repleto de personas cualquiera, necesitando desesperadamente hacer algo distinto. Ni mejor, ni peor, ni loco, ni heroico. Simplemente distinto.

Hace unos días me senté frente a mi psicóloga y con un entusiasmo descontrolado le dije ” Me encanta mi vida!!!” y mientras lo decía el entusiasmo se volvió emoción y quiso salir aguado y por los ojos. Era una sensación conocida, la misma que había tenido cuando me ate por primer vez lo cordones de las zapatillas, cuando llegue a la cumbre de una montaña, cuando en cuarto grado escribí un cuento y lo lei frente a toda la clase. Pero ahora había algo que la hacía más poderosa e inabarcable, que la volvía lágrimas y suspiro profundo, ya no era solo un momento.
Hay una foto de la tarde en que salimos de Ushuaia, estamos parados con nuestras bicis en medio de las columnas que anuncian el límite entre una ciudad y el abismo. Pálidos, con la sonrisa entre dientes, bastante nerviosos, se nota en las miradas, en la postura. Cada tanto cuando de a ratos regresa el mareo, las dudas, el miedo. Miro esa imagen y todo vuelve a cobrar sentido. No es una gran foto, no hay un paisaje increíble, ni la luz perfecta como en tantas otras que tenemos, pero sin embargo es una de las imágenes más hermosas que puedo recordar y de la que más orgullosa me siento.

A partir de este párrafo tendría que empezar a contarles cómo nos cambió la vida desde que cruzamos esas dos columnas. Relatar sobre las posibilidades y capacidades infinitas que desconociamos.Tendría que escribir en mayúscula y negrita para que nadie tenga la posibilidad de saltearlo con la mirada ARRIESGA. Y  poner a modo de recordatorio “sentité incómodo, cree, cree, cree y trabaja para eso”. Tendría que obligarme a contarles qué fue lo más difícil, trabajoso y desconcertante que nos pasó desde que tenemos conciencia y que detrás de cada imagen linda y disfrutable hay una constante  lucha interna, nervios, miedos, peleas, errores, cansancio, aceptación, cambios y más cambios.
Pero toda esta historia se quedaría incompleta si no les explico que el mundo, más puntualmente el de los humanos nos duele, siempre nos dolio. El hombre y sus polaridades, tan maravilloso como cruel. Por eso en algún momento por aquellos 19 años con la sangre borboteando, nos sentimos con la responsabilidad de cambiarlo, pero por supuesto, bajo el único concepto que parecia posible hacerlo: La lucha, la confrontación, la imposición de ideas. Decíamos “Revolución, Cambio!!!” y hacíamos lo mismo de siempre. Nunca nos habíamos preguntado quiénes éramos realmente, ni que queríamos, pero teniamos la extraña certeza de pensar que sabíamos perfectamente  lo que necesitaba el mundo.
Fue terrible y decepcionante darnos cuenta que los hombres sin importar el origen, ámbito, partido político o clase social funcionamos casi idénticamente: Poder, competencia, contradicción y la hipocresía como hogar.
Todo en lo que creíamos se volvió absurdo y mentiroso.
Cuando nos subimos a las bicis y salimos a la ruta, estábamos vacíos. La Quiaca era el destino, pero el objetivo final significaba mucho más que un punto en el mapa. Necesitábamos encontrar algo que nos devuelva la fe y fue entonces que encontramos al mundo. Al principio fue la lluvia y el viento constante, despues vinieron los atardeceres, las nubes de formas increíbles y un zorrito en el camino. Era un mundo distinto al que estábamos acostumbrados, que nos pedía muy poco: respeto, convivencia y humildad. Y nos daba todo.

Las cosas habían perdido la lógica. Estábamos de patas para arriba. No teníamos trabajo, no teníamos un proyecto, no teníamos casa, no teníamos mucha plata, no teníamos la verdad de nada. No estábamos seguros y mucho menos cómodos, nos sabiamos que iba a ser de nuestro futuro. Pero nunca nos habíamos sentido más en paz, felices y auténticos.
La lluvia y el viento paraban, el sol comenzaba a caer, el aire olía a tierra mojada, las ruedas avanzaban lento entre charcos y salpicaduras. La naturaleza nos daba la lección más importante, simple y necesaria. Existis.
Fue entonces que dejamos de preguntar para afuera y empezamos a preguntar para adentro. Además de ser ideas, culturas y construcciones sociales, éramos sobre todo esa estepa, ese bosque y ese río. Siempre lo habíamos sido, solo que por alguna incomprensible razón lo estábamos olvidando. Distanciandonos de lo único realmente importante, para llenarnos de cosas superfluas, artificiales y condicionantes.
Habíamos querido cambiar el mundo porque nos sentíamos dueños de el, cuando el único cambio real estaba en nosotros mismos.
Adelante el camino se perdía en un horizonte infinito, nos sentíamos chiquitos, vulnerables y estaba bien. Éramos parte de un todo, tan vivos e imprescindibles como cada cosa que nos rodeaba.
Volvíamos a ser ese bebe de ojos muy abiertos. Volvíamos a empezar. Pero esta vez a nuestra manera.
Somos seres pensantes .Tenemos la razón, aquel factor que nos enorgullece y diferencia del mono ¿Para que?
Podíamos utilizarla para crear diferencias, para sentirnos más grandes y poderosos, para ser lo que veníamos siendo. Pero también podiamos considerarla un don, la increíble oportunidad de ser testigos de todo lo que existe, y así poder contar historias, crear musica, imagenes, colaborar, hacerlo más bello, volverlo inmortal.
Somos seres pensantes viviendo en un mundo absolutamente desquiciado.
Entonces la pregunta seria ¿ Como no cambiar?
PEDALeANDO RUTA 40, fue la búsqueda, el inicio, lo descubierto.
NACIÓN SALVAJE es el encuentro, lo que somos, lo que queremos ser, lo que siempre fuimos.