La Quiaca...de finales y comienzos

El dia que llegamos a La Quiaca despues de mas 7 meses y mas de 6500 kilometros

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Ese dia salimos de Abra Pampa mas lento de lo normal. Después de 6 meses y poco mas de 6500 km ya nos quedaban tan solo unas pocas horas para llegar y hacia rato que el viaje nos había enseñado a disfrutar de los momentos despacito y sin prisa.

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Me acuerdo de la ultima parada al costado de la ruta, tan rutinaria como de costumbre, mates, alguna fruta, las “riquisimas” galletitas con pate de siempre. No había nada que indicara que el viaje estaba llegando a su fin,no sentíamos ansiedad, ni nervios, sino en cambio una intensa calma.

Se había levantado viento y nos causo mucha gracia, no podía terminar de otra forma pensamos, era lógico el también se quería despedir, después de todo nos había acompañado desde el principio, así a su forma, molesto, agotador, pero siempre enseñando algo nuevo.

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Pedaleamos lo que quedaba hasta La Quiaca en silencio, cada uno en sus recuerdos, agradeciendo entre susurros, porque no llegábamos solos, veníamos con cóndores y ríos, arrastrábamos guisitos de gallina, manos calentándose en el fuego, fideos a la luz de la luna, rostros, frases de aliento, abrazos húmedos. Porque el sueño en algún momento había dejado de ser nuestro, para ser todo sueño, todo el.

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Y finalmente cuando llegamos. Cuando La Quiaca fue cartel y ciudad, con sus calles y su gente. No hubo euforia, ni gritos, solo la alegría tranquila y feliz de lo logrado.

Porque La Quiaca era fin, pero sobre todo comienzo.

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Lo que sigue a continuación es algo que escribí justo el dia después y cuenta de alguna forma toda esa mezcla de sensaciones.

El Fin 
De pronto se presenta ante nosotros imponente, serio, vine vestido de luto y nos mira compasivo mientras se sienta a nuestro lado.
Quiere explicarnos, convencernos, animarnos. Nos habla de la muerte, del ocaso, del fin. Dice que todo inevitablemente todo a su tiempo termina.
Nosotros nos miramos y lo escuchamos entre mates, justo cuando el día empieza a partir y el sol se esconde entre montañas, con sus últimos rayos atravesando las nubes.
Le queremos explicar, convencerlo, animarlo.
Le hablamos de los chinook unos increíbles salmones que se dejan morir para alimentar a sus crías.
De la tarde que lentamente se despide para dar paso a un cielo de estrellas y luna llena.
Le contamos que hoy cuando terminábamos de comer la ultima galletita, descubrimos a un pequeño pájaro picoteando las migas.
Le hablamos de vida, de comienzos.
Cambia el gesto, se acomoda en el banco, entre molesto y confundido, y muy a su pesar nos escucha.
Entonces le relatamos sobre nosotros, el viaje, las inagotables sensaciones, los momentos imborrables, la magia, el amor.
Le decimos que cuando algo es tan bello y auténtico, no puede tener fin. 
Porque el fin es para lo otro . El odio, el egoísmo, la violencia. El fin es la guerra, el hambre, el dolor sin sentido, el nunca mas.
Nosotros no somos fin. Porque las puertas abiertas, el mate compartido, la sonrisa ancha, la gratitud. Porque el abrazo con extraños, el respirar profundo, el aprender sin pausas, la paz.
Porque hay un mundo en el que no todo termina, solo muta, cambia, continua, late. 
Y nosotros hoy latimos fuerte, pleno y mas que nunca.
Y eso nunca puede ser fin. Solo puede ser comienzo.
Entre enojado y resignado por el trabajo incumplido, se levanta despacio, se acomoda el traje y se despide respetuosamente.
Lo miramos alejarse en la noche hasta desaparecer. Entonces Javi me sonríe pícaro, prendemos las linternas, desplegamos el mapa, y nos dejamos perder entre nuevas rutas y caminos.
Así que si alguien nos volviera a hacer esa pregunta que nos persigue desde antes de comenzar el viaje. Finalmente hoy podríamos responderles.
¿Y después de La Quiaca que?
Después de La Quiaca todo…..

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